La vi caer del autobús en movimiento, cayó una vez y sigue cayendo y cayendo, entonces me puse a llorar, y seguí llorando hasta que llegué al blog y estoy escribiendo esta sensación, de ella cayendo y cayendo del micro, una y otra vez, cayendo y cayendo, del micro una y otra vez, repitiéndose eternamente en esa imagen de la que no puede salir y repite y repite, hasta quebrar sus piernas.
Una y otra vez, con sus ojos jaspes, como el pedernal de una ceremonia azteca, ella la princesa que será eternamente sacrificada, repitiéndose su caída del micro con sus ojos jaspes.