Dentro de esa memoria que me visita está la de los tristes.
Tema aparte es pensar que esa repitidad tocó a los tristes, sumergidos, condenados a la tristeza durante el breve lapso de vida que a los hominidos se les da por leyes genéticas.
Pero en realidad han sido tristes con algunas algarabías,por ejemplo Pochola que todas las tardes, se iba a una placita con los dos hijos de mi hermana, a los columpios. Entonces ella pasaba primero por un kiosko donde compraba algunos alfajores, una leche achocolatada. Se llevaba un pequeño mantel de hule y lo extendía en el banco de la plaza mientras sus sobrinos postizos se columpiaban, ella con una lentitud de la tristeza tendía el mantel con los alfajores y la achocolatada.