Borges es revelado en sus cuchitriles por alguien que no es de su barrio, su albacea y traductor Norman di Giovanni. Repudiado por la viuda y en parte por Bioy en su Borges, Norman sale a defenderse de la infamia y las malas lenguas.
Norman se atribuye la idea de la autobiografía y la primera frase, la mirada de Norman es de alguien que viene de afuera, que lo mira y admira a Borges por razones distintas a la de los acomplejados argentinos. Norman sabe que el modelo de la autobiografía de Jorge es Coleridge, la de este personaje, cuyo nombre ya deslumbra a los acomplejados argentinos.
Y Tomas insiste, pensando en voz alta, que el público no argentino, lo que quiere es chusmerío, no una biografía literaria, un ingles promedio, culto, un francés parisino, un madrileño culterano, un americano de Oxford, lo que busca es las cuitas de Borges, no que le hablen de cosas que les aburre insoportablemente, de Shakespeare como hace el acomplejado Borges.
Pero terco Borges hace una biografía literaria que no habla de las cosas que sí rebela Borges de Bioy, que parece haber aceptado el reto de Norman, una biografía que hable de un Borges que mea en la tabla del baño, que se siente humillado cuando una pendeja de 24 años lo rechaza, que se siente agobiado por las conversaciones de su mujer acerca de los lugares por donde pasa el sesenta y esa noche escapa de su casa y es refugiado por Bioy.
Esa es, en parte la autobiografía que quiero emplazar, el misterio que soy para mi mismo y la excusa es esto que voy a escribir, prometo, durante treinta días y así no defraudo mi negocio Incubook.