La recuerdo así, tomando mate y conversando y conversando, desde una soledad que se estaba incendiando como bosques del Amazonas.
Allí ella, hablando y hablando, Oscar maneja, la tiene a su lado, mientras van a los lagos del sur y se ha llevado a Pochola, la madre segunda que le hacía pizza a la medianoche, la que lo vio nacer mientras a mi de cuatro años, recién llegaba a la casa desde el orfanato de las monjas, con doce o trece años, sin saber a quien contarle de su menstruación, allí estaba ella que me palmea la cabeza apenas llega y entra a ver a Oscar que acaba de nacer.