De que sirve ser inmortal.
Dargelos
A los 18 años me desesperaba la idea de que nos íbamos a morir, un día muy lejano. Parecía ridículo angustiarse por la muerte.
¿Era una idea mía?
Estaba en quinto año del secundario y un tipo me regaló Fragmentos de una enseñanza desconocida de Gurdjieff, el encuentro fue en la calle Saavedra, a unos treinta metros de mi casa, y no recuerdo bien porqué me lo regaló.
Pasó por la vereda un mendigo y me reí de él, justo pasaba el extraño esóterico y me dijo que no había que burlarse de nadie y me asustó diciendo que tal vez detrás de ese linyera había un dios dormido, un ser inmortal, fatal, vengativo. Me asusté y después vino el libro de Gurdjieff que en cierta página dice que trabajar para ser inmortal vale la pena.
Y me gustó el libro. Después, a los 22 o 23 años, me habían echado de la facultad y del trabajo, sobreviví por un error administrativo del D2. A los 22 años escribí acerca de la muerte, que la muerte, su preocupación era lo mas importante como problema filosófico.
Nada quedó de ese escrito que una profesora de literatura leyó y me rechazó cuando supo que yo era separado.
En ese tiempo me juntaba con Antonio B. y siguiendo sus consejos, me focalicé en un solo tema, la muerte.
Heidegger
Mucho tiempo era la muerte, mi caballito de Troya mientras mi matrimonio se caía a pedazos.
Hoy ante el desaparecido librito pienso que eso era algo muy mediocre, no solo como escrito, sino falso en lo que escribía, algo fingido escribir de la muerte como filosofía cuando mataban amigos, cuando yo estuve al borde de desaparecer, como una estúpida y amanerada sublimación.
Era más real el tipo que a los 18 años se sorprendió por eso de que nos vamos a morir y no ese de los 22 que hacía del problema de la muerte un tema filosófico al calor de Heidegger y su amigo Antonio.