Corre en la noche, escapa en los sueños y no es poesía.
Hoy fui a almorzar a una madre de 91 años que me dijo que le estaban doliendo los huesos y con una terrible laboriosidad traicionada por las arteras artrosis de la parca, fue sirviendo el pastel de zapallo que ayer le trajo su hijo mayordomo.
Empezamos a comer en la tranquilidad que me da que Jama nos miraba y entonces le dije que me sentía corriendo al revés en una cinta transportadora.
Soltó una risa perfumada de sahumerios y los olores de altamar.
No tenés que olvidarte de la familia de España. Gracias a ella y a vos por supuesto que tuviste la valentía de viajar (no se si usó esa palabra), porque no se que sería de tus hijos si vos no hubieras viajado. Andarían conchabado por ahí y mirá, Luciano físico, creo y Paula.
Me terminé el pastel.
Y Alonso, tenés que mencionar a Alonso que te abrió las puertas (tampoco se si usó esa palabra).
Serví un café que comimos con dos alfajores que mi madre tenía en la heladera.