Pensemos la muerte como una elección de cuatro o cinco escenas.
Te aclaran que tienes que ser precavido, cauteloso, recuerda que esas cuatro escenas las repetiras eternamente.
Entonces me llega el turno y me piden que diga.
Entonces contesto que no tengo ninguna escena para elegir.
La persona que me interroga se fastidia y me pide que me tranquilice y que elija esas cuatro escenas.
Nada, no tengo, o si.
Son escenas de los otros:
La escena de Pochola poniendo el mantel en una plaza para los hijos de Viky.
La escena de mi tía Fany de compras con mi madre en Blanco y Negro
La escena de mi padre jugando a la manito pelota en Regatas.
La escena de mi madre tejiendo un pullover para el cumpleaños de su sobrina Marisa.
¡Ya está!