Magos, terapeutas y chamanes

Ayer, cuando le dije a mi madre que había publicado en Seudografía mi vida, llena de cosas picantísimas.

¿En serio?, no, Raúl, se van a reír de vos y yo no quiero eso. Por favor borralo.

Y fui y anulé Seudografía, después lo puse a un precio imposible que alguien pague para sacarme el cuero.

Llegué al atardecer, justo para la clase de gimnasia que no pude tomar y me puse a llorar y me acosté.

Pensé en ese día, creo que en el último grado del primaria, cuando salí a pelear a un campito cercano. Rodeado por otros alumnos, los dos peleábamos hasta que varias trompadas me derribaron. Él cayo sobre mi y empezo a trompearme hasta que perdí el conocimiento.

Cuando desperté, todos se habían ido, tenía el guardapolvo blanco lleno de sangre y llorando fui hasta mi casa, a unas seis cuadras del campito.

Estaba mi madre que me reprendió por las manchas de sangre en el guardapolvo y porque estaba llorando.

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